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vectorial 13 30 de Mayo de 2025

El silencio que llega después

Cuando todo termina… no se acaba

Hay un silencio extraño que llega cuando todo termina.
No es el alivio inmediato que esperabas, ni el rugido de la rabia.
Es, más bien, una especie de niebla.
Un desierto donde el eco de lo vivido aún resuena,
pero tú ya no sabes si fuiste tú quien lo vivió.

Después de una relación que apagaba tu luz, nadie te dice que no se acaba con la ruptura.
Porque el vínculo se corta por fuera, pero por dentro…
aún estás enredada en la culpa de creer que no fuiste suficiente para él.
En cada palabra que no dijiste por miedo a que se enfadara.
En cada vez que corriste tras él, intentando entender sus silencios.

La máscara y el espejo roto

Porque él nunca quiso quitarse la máscara.
Te proyectaba como culpable de todo,
mientras escondía su parte bajo capas de hormigón disfrazadas de perfección.

Lo difícil —lo verdaderamente valiente—
habría sido mostrarse vulnerable.
Mostrarte sus sombras, para que juntos pudieran transformarlas en amor.

Y eso fue lo más doloroso: darte por completo y, aun así, descubrir que para él nunca fue suficiente.
Que todo lo que ofrecías —tu amor, tu presencia, tu familia, tu alegría—
no bastaba para equilibrar una balanza que siempre te señalaba como desequilibrada.

El duelo que nadie ve

Después de una relación que desgasta el alma, hay un duelo invisible:
el duelo por ti.
Por la que fuiste.
Por la que dejaste de ser.
Por la que aguantó tanto que ya no sabe cómo se respira tranquila.

Pero también —y esto tampoco te lo dicen—,
un día te descubres riendo con alguien.
Levantándote sin saber cómo.
Reconstruyendo, poco a poco, cada pedazo tuyo que quedó fragmentado
Y sí, incluso amándolo todavía, a pesar de todo el daño.

El amor era tuyo

Porque el amor era tuyo.
Y ahora sabes que puedes transformarlo:
en fuerza, en compasión, en perdón…
pero no un perdón hacia él, sino hacia ti misma.

Hacia esa parte de ti que se quedó demasiado tiempo,
que se olvidó de sí intentando sostener lo insostenible.
Y que, aun así, eligió volver.
Volver a ti.

No estás curada. Pero estás despierta.

Y ese día… no estás curada.
Pero estás despierta.
Y eso, en este camino, ya es un milagro.

Con amor,
Fátima

🔸 Si estas palabras te resuenan, estoy aquí para acompañarte en el proceso.
Puedes escribirme o visitar los espacios que he creado para tu sanación. 🌿

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